miércoles, 14 de marzo de 2012

Señorías, saneen sus cabezas.




  A favor de la unión de fuerzas y de arrimar el hombro.


  Tenemos a la vista una nueva cita electoral. Los asturianos estamos llamados a las urnas el próximo 25 de marzo; nos toca volver a decidir. En nuestras manos está el futuro de la región, decidir quién nos gobernará, elegir a las personas que tratarán de enderezar el rumbo de una Asturias que no camina precisamente por el mejor sendero.
  No han pasado ni nueve meses desde las últimas elecciones autonómicas de aquel 22 de mayo de 2011. Acabamos de vivir la legislatura más corta de la historia de la democracia de Asturias y el Principado se ha convertido en la primera región no histórica de España que adelanta unas elecciones. Dudoso honor el nuestro, que, sin duda, debemos achacar a la incapacidad de los políticos para alcanzar un acuerdo. La palabra y el diálogo son los grandes instrumentos de la democracia y no han sabido o no han querido  manejarlos. En el momento en que uno tiene la ocasión de hablar es cuando se da cuenta de las muchas o de las pocas cosas que tiene para demostrar. Nuestros políticos, lamentablemente, han dejado patente lo segundo. Para ellos ha sido más fácil apelar a las urnas y meterse de nuevo en gastos millonarios que sentarse a negociar un pacto por la estabilidad, por el crecimiento, por el relanzamiento de una Asturias que lo necesita más que nunca.

  Viendo su fracaso, nosotros, los asturianos, no podemos caer en el mismo error y debemos volver a dar ejemplo. El 25 de marzo tenemos que hacer un ejercicio de responsabilidad y votar. Es nuestro derecho y cada voto será un paso más para ver la luz al final del túnel. No es momento de venganzas ni reproches. Es el momento de generosidad, de arrimar el hombro, de unir fuerzas y esfuerzos, de trabajar intensamente y sin desmayo, todo en mayúsculas. La desmoralización genera desmoralización. Hay que procurar que el principal enemigo de nuestra vida no sea el propio estado de ánimo.
  Los asturianos debemos estar dispuestos a sacrificarnos para lograr un futuro mejor. Lo estamos haciendo y lo vamos a seguir haciendo. Somos un pueblo inteligente, culto, serio, honrado y trabajador, y eso lo sabe todo el mundo. Los propios asturianos, el resto de españoles y otros pueblos allende nuestras fronteras. Es por ello que exigimos a nuestros políticos que reflexionen, que mantengan siempre presentes las dificultades que estamos atravesando en la región y se olviden de intereses partidistas o particulares. Céntrense en Asturias, busquen ideas, dialoguen, usen las herramientas que la democracia ha puesto a su alcance para, entre todos progresar y conquistar un futuro mejor para las generaciones presentes y futuras.

  
 La repetición de las elecciones nos costará 2,5 millones de euros, un costosísimo peaje para una región que acaricia con lija los cien mil parados. Han fracasado, pero los ganadores son los hombres que después de un fracaso vuelven a la lucha, y los fracasados son los que no vuelven a intentar nunca nada más.

  Señorías, saneen sus cabezas, pongan sus manos en el corazón y reflexionen. Querer es poder y sin querer nada se logra. Inténtelo, luchen por Asturias, déjense la piel en tratar de remontar esta difícil situación porque si actúan así tendrán a toda la sociedad asturiana con ustedes. Les necesitamos, no lo olviden.




Ramiro Fernández Alonso
psicoesteta


Artículo publicado en La Nueva España
6 de marzo de 2012

miércoles, 7 de marzo de 2012

Confucio, inventor de la confusión



  Soy muy partidario de la imagen, del cuidado, que no del culto. Me reconozco como un admirador de lo bello y sé que ante el atractivo, nada pueden la armonía o la belleza.


  “Las guapas son tontas”. Miren esa panameña que no sabe quién fue Confucio y que los medios e internet apuntaron con su terrible dedo inquisitivo. Sí, esa muchacha no sabe quién fue Confucio. No tuvo picardía y respondió mal, muy mal. Eso sí, con una absoluta seguridad en sí misma. Fatal error.
  Me gustaría saber cuántos de los que se rieron de esa pobre muchacha saben quién es Confucio. Yo no sé mucho más de cuatro ideas vagas sobre él. Por tanto, no se rieron de su ignorancia, sino de su osada respuesta: “Confucio, inventor de la confusión”.
  Ser guapo, de proporciones armónicas, no va reñido con poseer una amplia cultura o una brillante inteligencia. Ahora bien, ¿cuál fue el error garrafal de esta muchacha panameña? No haber reconocido su natural y lógica ignorancia y responder con ingenio una frase del tipo: “Miren, no sé muy bien quién fue Confucio, pero de lo que sí estoy segura, y en eso convendrán conmigo, es que no inventó la confusión.”
   Esa respuesta hubiera sido recibida con idénticas carcajadas, pero de reconocimiento. Nadie puede exigir a alguien que sea un compendio de conocimientos. Pero todos agradecen la humildad y la gracia.
  La psicoestética fomenta el cuidado y potenciación de los elementos de nuestra expresión que más nos favorezcan. Defiende la seguridad en sí mismo, como fruto de la perfecta combinación de los cuatro elementos que componen la expresividad humana: mirada, habla, gesto y atuendo o indumento.
  A esta joven panameña le falló el habla y a nivel humano, la humildad de saberse ignorante. Y esta combinación de elementos está, por desgracia, muy presente en nuestros días. Hay muchas personas orgullosas de su ignorancia y convencidas en sí mismas. ¿Cuántas veces habrán intentado razonar con un convencido en su ignorancia? Imposible.

  Como peluquero puede decirse que he intentado alcanzar las máximas cotas dentro de mi profesión, pero siempre me he sabido con limitaciones, por eso he buscado el asesoramiento, el apoyo y el conocimiento de otros. Gran parte de mi visión la encontré en el señor Muñoz Espinalt, padre de la psicoestética, pero oigan, ¿creen que yo hace 20 años podría decirle a Carles el poder que tenía la mirada? A mí me tocaba escuchar, ser humilde y aportar mi experiencia cuando ésta enriqueciese al conjunto del debate.
  A día de hoy la ignorancia ya no es un acicate para superarse. Espero, deseo, que la muchacha panameña, después de su atrevimiento, haya tenido el detalle consigo misma de mirar e interesarse por la figura de Confucio. Más que nada para evitar más confuciones.



Ramiro Fernández Alonso
psicoesteta


miércoles, 29 de febrero de 2012

RELEVANCIA DE LAS JOYAS



  Aunque en estos momentos no estamos para “muchas joyas”, con motivo de la reciente presentación de las nuevas tendencias artísticas sobre las mismas llegué a la conclusión de que las joyas potencian y dan realce a nuestra imagen personal hasta el punto de que las investigaciones de la Psicoestética definen según qué parte del cuerpo ornamentamos, dan más intensidad a una determinada sensación.
  

  Esta vez haré hincapié basándome en los diagnósticos de la Psicoestética en otros aspectos de las joyas que crean elegancia y sugestión personal. Existe lo que llamamos el signo–valor. Es decir, de todo signo que pueda servir de adorno al hombre para que le proporcione la prestancia debida, es necesario conocer las motivaciones que lo generan. De lo contrario, usarlo, lejos de fortalecer la sugestión personal caricaturizará el modo de comportarse.
  
  Según la Psicoestètica, los signos–valor pueden ser de tres tipos:
    -Simbología de calendario: cuando su significado se encuentra vinculado a una efemérides de una determinada fecha del año o aniversario particular.
    -Simbología de representación: se da cuando los signos señalan grados jerárquicos y honores de rango.
    -Simbología de emblema: es la que indica creencias políticas, sentimientos religiosos, tendencias sociales etc. Esto para potenciar una imagen personal o de grupo, tiene que sintetizar correctamente un proceder y no caer en el absurdo o en falsas abstracciones.
  

  Determinado el signo–valor, queda probado que potenciar la figura y la representatividad del ser humano no es una tarea caprichosa. Es por eso que en Psicoestética damos mucha importancia a las palabras que usamos aplicadas a la forma del indumento. Así, si decimos que una joya, sea por ejemplo un collar o un broche, “complementa” un vestido, con esta palabra mostramos falta de intencionalidad y minimiza el ánimo. En cambio, si decimos toque “relevante”, tiene intencionalidad porque enfatizamos el “relieve” que da la joya y entonces potenciamos el ánimo.
  
  Por ello, todo detalle del vestido o del adorno que use el ser humano cumple siempre alguna de estas funciones o varias de ellas a la vez: intimidar, deslumbrar, agradar, proteger, disimular, subordinar, vincular.
  
  Si los adjetivos mejoran los sustantivos, si “emprendedor” ennoblece al empresario, ¿qué lugar ocupa el adorno y qué representa en quien lo luce? Es innegable que cada pieza tiene su posición y su función. Según la parte que engalanemos predomina una u otra sensación. En la cabeza, majestuosidad. En el pecho, gloria. En las manos y brazos, seguridad y fuerza. En las orejas, expresividad. En el cuello, concreción. Pero el adorno también es erotismo, seducción; especialmente aquel que se luce con atrevimiento de cintura para abajo.




Ahora bien, las joyas tienen un gran papel en el mundo de la moda y la necesidad de actualización del ser humano y su singularización. Sobre este punto el creador de la Psicoestètica Cales Muñoz Espinalt decía: “Desde la noche de los tiempos cada hombre ha querido presentarse como un caso aparte de la regla general; sin discrepar plenamente de los demás, procura que se le considere una excepción y, tal excepción, por poco que de en el clavo, es lo que se deduce y le concede, la magia de la singularidad”

  Siguiendo este pensamiento: ¡Qué amplio camino percibimos para el mundo de la joya!. Con su brillante y artístico toque puede hacer visible la magia de nuestra singularidad.




Ramiro Fernández Alonso
psicoesteta



miércoles, 22 de febrero de 2012

El fiel espejo


   De mi tiempo junto a Muñoz Espinalt, padre de la psicoestética, recuerdo con especial simpatía su frase: “el mejor amigo del hombre no es el perro, sino el espejo”. Nadie puede negar que no haya amigo más sincero que ese. Nos dice las verdades, hasta las más dolorosas, a nuestra cara. Sin rodeos.

  Los hombres somos una de las pocas especies que se reconocen ante su reflejo. Este detalle, en apariencia insignificante, ha tenido y tiene una gran influencia en nuestra evolución.
  Los hombres de ciencia no se cansan de repetirnos que en el mundo animal la descendencia depende de la habilidad del macho para convencer a la hembra de que sus genes son los más indicados para ella y la descendencia. Bien sea por su fuerza, bien por su aspecto saludable, bien por el ingenio a la hora de decorar el nido… Los rituales de cortejo animal son de lo más sofisticado en algunos casos. Aun así, a los humanos nada nos supera en sofisticación.
  Somos una especie que ha determinado su evolución. Nos hemos adelantado a ella. No nos adaptamos al entorno natural, sino que hacemos que este se adapte a nuestras necesidades. Crecemos a un ritmo casi insostenible. En la imagen y la seducción, sin embargo, seguimos siendo más primarios; aunque no por ello menos hábiles o sofisticados en nuestras “técnicas”.

  Podemos adaptar la naturaleza, pero sólo afectar un poco nuestro entorno social. El contexto en el que nos desenvolvemos nos determina; a unos más que a otros. Nuestra influencia sobre él es mucho menor que la que éste ejerce sobre nosotros. A los animales les supera el impulso natural. A nosotros, el momento social.
  Gracias a nuestro ingenio hemos desarrollado una tecnología simple pero utilísima: los espejos. Con ese sencillo trozo de cristal podemos adaptarnos a ese momento. Ante ellos nos mostramos sinceros. Nadie nos conoce mejor que nuestro espejo, de nada servirá tratar de engañarlo.
  Nuestro “mejor amigo” nos responde preguntas como “¿qué tal me queda?”, “¿cómo estoy hoy?”, “¿le gustará?”, “¿Se notará mucho esta arruga?”… Y sus respuestas reforzarán nuestra confianza y seguridad, nos permitirán retocar esos pequeños detalles y salir a la “selva” social preparados para encajar en el momento y desenvolvernos en él como pez en el agua.

  Por fortuna, hemos sabido encontrar respuesta a nuestra incapacidad para adaptar el entorno social a nuestros intereses. Las personas hemos “creado” las tendencias, las modas, los gustos, las aficiones, las coincidencias… Como necesitamos relacionarnos, hemos terminado encontrándonos con aquellos que comparten nuestras mismas características. Y en igualdad de condiciones el éxito social es mucho más posible.
  El espejo, nuestra capacidad para reconocernos y juzgarnos, garantiza nuestra correcta adaptación a ese conjunto de afinidades al que dirigimos nuestra imagen, fuerza y posibilidades. No necesitamos, como los animales, ser los más fuertes, ni los más ingeniosos decorando un nido, simplemente saber elegir nuestro público y presentarnos ante él de la manera que más le seduzca.
  No es quizás la evolución más ética o deseada, pero es la que este momento social nos impone. Si no deseas caminar por donde ya lo hacen todos los demás, siempre puedes optar por salirte del camino y abrir el tuyo. De lo que sí estoy seguro es que en tu nueva andadura tendrás como acompañante al fiel espejo.


Ramiro Fernández Alonso
psicoesteta

miércoles, 15 de febrero de 2012

Ànimo y a las canas


  Los peluqueros, en ocasiones, nos parecemos a los diplomáticos. No es que tengamos que resolver problemas que surgen en las altas esferas, pero sí debemos de encargarnos del cuidado de otros: los que llevamos sobre nuestros hombros. Y digo que parecemos diplomáticos porque, ante un mismo caso, dependiendo de quién se encuentre en nuestras manos, le diremos que ese es un problema de fácil solución o una ventaja a aprovechar.

  La más habitual de estas curiosas disyuntivas capilares es la canicie. ¿Qué hacemos? Ante un cliente preocupado por el blanqueamiento progresivo de su pelo es difícil dar una respuesta. Tanto hombres como mujeres solemos reaccionar con cierta preocupación.          Podremos llegar a asumir que las canas son parte del ciclo de la vida pero cuando aparecen se produce en nuestro interior un choque de sensaciones entre nuestro ego y nuestras canas.
  Detectar el origen de esa canicie es el primer paso para poder responder al cliente o confidente. En los tiempos que corren -y lo hacen sin cansarse- no es raro encontrar cabelleras antaño brillantes, sedosas y llenas de color, ahora salpicadas de mechones blancos, secos y de escasa flexibilidad. La tristeza, el estrés, el entorno, la hipoteca, el trabajo, su ausencia... Esta maldita crisis puebla de canas las esferas que debieran presentar por naturaleza otro estado, otro tono, otra vitalidad.

 Observen al señor Barack Obama. En muy poco tiempo su cabellera se ha encanecido. ¿Factores? Al margen del componente hereditario, sin duda, buena parte se puede achacar a lo anteriormente descrito: responsabilidad del cargo, tensión por la situación económica mundial, inseguridad en los mercados, oscilaciones acusadas en el precio de la energía, inestabilidad financiera, desequilibrios monetarios…

  Cuando uno de estos factores toma asiento en alguno de nuestros sillones, el peluquero pasa de ser experto en estética masculina a cuidadoso observador de la psicología humana. ¿Qué hacemos? ¿Aplicamos la diplomacia? Podemos hablar a nuestro cano prematuro que entre los hombres más atractivos del planeta siempre se encuentran algunos de pelo blanco, que hay mujeres que prefieren este tipo de cabellos o que su nuevo aspecto lo hará más atractivo para quien busque símbolos de experiencia, madurez y contundencia. Diplomacia para el corazón y la mente y suave bálsamo para quien tiene tocado lo más profundo de su ser, es decir, su yo.
  Es obvio que la canicie no es la peor consecuencia de la crisis, que ésta no es más que un problema estético y que existen infinidad de preocupaciones mayores y más importantes que un aumento de la densidad de pelos blancos en el cabello. Sin embargo, la canicie, en ocasiones, es un síntoma de algo que tiene difícil solución: la desaparición del individuo, su disolución en un mar de dudas y preocupaciones. En tiempos de crisis, el hombre se aísla, se abstrae, se recoge y, ante su propia duda, calla y envejece.

  En casos de desánimo, a los peluqueros nos corresponde revitalizar y motivar al hombre psicoestéticamente para potenciar su autoestima, o sea, conducirle de esa imagen personal atascada (IPA) a la imagen personal impulsora (IPI) fortaleciéndole su yo, mimándole su alma y devolviéndole a su cabello, no ya el color, sino la vida perdida. Nuestra aportación es modesta pero, en ocasiones, a mi salón han entrado hombres desinflados, de hombros caídos y ojeras para, al rato, salir por la puerta enormes egos dispuestos a devorar el mundo o, al menos, a no permitir que éste se los devore a ellos.
Nosotros, profesionales, tenemos que conocer las bondades y atributos positivos de un pelo cano y sano y ser el apoyo natural del hombre en la firme creencia de sus capacidades y posibilidades. Siempre aconsejando, según dicte la diplomacia, si optar por el encubrimiento o acentuar la blanca cabellera con un ligero tono gris o acerado.
  Una u otra posibilidad no son la solución al problema de fondo, es cierto. Nosotros ayudamos a alcanzarla. Una adecuada estética será, al menos, el bastón con el que resistir los envites de un infatigable contexto económico que, como algunos ya han bautizado, es el fin de occidente tal y como lo conocemos hoy. Vengan los tiempos que vengan, aquí nos tienen, psicoestéticamente preparados para presentar batalla con la mejor de nuestras armas: la autoestima. ¡Ánimo amigos y a cuidar las canas!

Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta

martes, 7 de febrero de 2012

“¿Internet, Ramiro? Pura imagen”





  Si algo me sorprende de la psicoestética y de las ideas de su fundador, Carles Muñoz Espinalt es su perenne frescura. Ya hayan pasado 20 años por ellas, como 25, o 15, sus conferencias y charlas sobre la imagen siguen pudiéndose aplicar al día de hoy.

  Cuando el profesor Espinalt hablaba, internet no estaba extendido como lo está actualmente. Eso de los ordenadores… eso de las redes sociales… el facebook, los blogs, el intercambio de información… Nada de eso. Los interesados en su materia nos íbamos a Cataluña a escucharle y, con suerte, nos volvíamos con apuntes, gráficos y lecciones de imagen bien aprendidas. Los tiempos, como dicen, adelantan que es una barbaridad.
  Decía el profesor Espinalt que el progreso había hecho a la persona más autónoma, ególatra, incluso, solitaria. Si viese cómo hoy millones de personas consumen horas de su vida ante las pantallas de sus ordenadores, diría, que más que solitarios, nos hemos convertidos en esclavos de nuestra imagen virtual.
  
  He de reconocer que, por mi edad, me manejo poco con internet, pero atento siempre a las conversaciones y a los jóvenes, sé escuchar y de estas entresacar algunas ideas que, con mayor o menos fortuna, traigo a estas líneas.


  Muchos de mis jóvenes clientes me hablan de su perfil del facebook, de su fotolog o de su blog. Interesado les pregunto qué es eso. Nunca rechacemos la oportunidad de seguir   aprendiendo. “Redes sociales, contactos, fotos, comentarios, conocimiento…”. Por lo que me comentan gran parte del tiempo que dedican a su vida social en la red la hacen a volcar en ella lo que hacen en su vida cotidiana. Concluyo, ¡qué afán de notoriedad! Ya no somos celosos de nuestra intimidad, no guardamos nuestras actividades, aficiones, sino que ahora se comparten sin importar quién pueda saberlo.

 Alguno de ellos me comenta que cuando visualiza los perfiles y sitios de sus conocidos tiene la impresión de que éstos no hacen más que mostrar lo maravillosa y estupenda que es su vida. Se afanan por mostrar sus viajes, sus progresos en el trabajo, sus parejas, sus comidas, sus adquisiciones tecnológicas… “Ramiro, pura imagen”.

  El profesor Espinalt hablaba a finales de los 80 sobre la soledad del hombre moderno de aquellos días. Una persona obsesionada por crear una imagen de éxito y aumentar su ego. Sí, eran los años de los tiburones, de los yupis, de aquellos hombres de traje noche y día y gomina. Han pasado 20 años y el hombre sigue asentado en su soledad y culto a la propia imagen.

  Como bien sabemos, para que tengamos imagen necesitamos de ojos que la vean. 20 años después, tecnologías por medio, ahora podemos mostrar desde la distancia la imagen de nuestro éxito. No es necesario que luzcamos por la calle caros trajes o elegantes corbatas; sino, simplemente, mostrar poseer una vida social rica en actividades y alegría. Sonrisas en un mundo lleno de crisis y tristezas. Que nuestros conocidos, allegados y más o menos cercanos, los “amigos” del facebook vean nuestro éxito, nuestra felicidad a través de nuestros perfiles. 20 años después, y todo sigue siendo imagen, Ramiro, pura imagen.


Ramiro F. Alonso
Psicoesteta

lunes, 6 de febrero de 2012

LA IMAGEN DE LOS POLÍTICOS (II)


ALFREDO PÉREZ RUBALCABA



PORTE
  El político socialista tiene un gesto corporal muy controlado y conscientemente pausado. Con este autocontrol quiere transmitir seguridad. Su andar es firme, pero pausado.


MIRADA
 Mirada penetrante e inquisitiva. Cuando le contradicen, sus ojos adquieren una movilidad inquieta pero muy incisiva con signos de impaciencia. Contrasta con su cuerpo, que en estos casos se mantiene rígido…


HABLA
  Es el hombre tranquilo. La voz en Rubalcaba jamás se altera. Es el político que mejor sabe responder o evadir la pregunta. Labor de años y astucia política que completa con la riqueza de su vocabulario y una clara vocalización siempre en tono medio, sea para dar los buenos días, sea para replicar a la bancada de enfrente. Con su tono de voz medio quiere demostrar calma, mesura y saber estar. Su oratoria es fluida pero monótona, bien porque quiere alejarse del político grandilocuente y populista, bien porque le asaltan reflexiones o dudas al verse ante un auditorio que sólo le escucha a él. 


GESTO
   La expresividad de las manos es el rasgo que caracteriza al candidato socialista. Sus manos son lo más expresivo y le aportan movilidad a su imagen personal. Tiene la mano pequeña y un ágil de gesto. Con esta facilidad para expresarse con las manos puede remarcar y enfatizar sus palabras como un profesor pero también como un prestidigitador que prepara a fondo la estrategia que no todos ven con los ojos.




CABELLO Y BARBA
   Cabello siempre muy recortado y aplastado con el afán de que ninguna punta de su cabello sobresalga ni se rice, dándole una rigidez a su rostro que podría compensar con la barba. Ahora bien la barba, cada vez más blanca, con el pelo tan oscuro le da un contraste rígido a su cara. Si el pelo fuera más canoso le relajaría un poco su rostro sin que perdiera vitalidad. La barba debería puntualmente acortarla en la parte inferior de la cara –sotabarba- para que lo que vulgarmente llamamos papada no le pudiera dar sensación de persona mayor y descuidada.


VESTIDO
  De corte clásico y trajes oscuros, transmite austeridad. Para no parecer un funcionario gris, alegra su indumentaria con discretas corbatas a rayas que combina con sus camisas, también a rayas en busca de algo de color. Rubalcaba es la antítesis de Durán i Lleida, el diputado más elegante del congreso, pero la falta de “glamour” la resuelve con su apabullante capacidad oratoria.


CONCLUSIÓN
    Persona de aire serio pero poco imaginativo y sí muy burocratizado. Cuando sonríe lo hace como de medio lado, las pocas veces que ríe su rostro no se ilumina, al contrario, le da un aire triste. Entonces parece más aún un personaje salido de un cuadro del Greco. Su personalidad la muestra de forma muy consciente por tener muy claro el lugar que ocupa y practica a sabiendas una de las claves de la política española, la “continuidad en el gesto”.


(Artículo publicado en LA NUEVA ESPAÑA el día 17 de noviembre de 2011)