jueves, 19 de octubre de 2017

Asturias y su ventana al mundo. La fuerza que los premios "Princesa" imprimen a toda la región

Columna " La tijera", periódico La Nueva España 19.10.2017


Hace más de tres décadas, con mi buen amigo Pedro de Silva al frente del Gobierno del Principado de Asturias, nació la marca 'Asturias Paraíso Natural' acompañada de un logotipo diseñado por el catalán Arcadi Moradell Bosch. El lema se ha convertido en seña de identidad de la región; la imagen, una ventana inspirada en la triple arquería de Santa María del Naranco, icono del prerrománico asturiano, y de fondo el mar, la playa, el monte, las brañas, los lagos, la montaña y el sol, se mantiene intacta como símbolo turístico de una tierra que sigue presumiendo de ese paraíso que estos días sufre la barbarie de unos incendios que desgraciadamente han eclipsado la actualidad.



La ventana, abierta a Asturias, atrapa y hace participar de manera activa a cualquier espectador compartiendo con él parte de la magia de esta tierra, reseña en su página web la Asociación Profesional de Informadores Turísticos de Asturias. A través de ese mirador hemos contemplado cómo el sector de la hostelería se ha afanado en prestigiar la gastronomía regional, un pilar del desarrollo económico de esta tierra de gente trabajadora y amante de sus raíces, también hemos visto proliferar negocios hoteleros, con una decidida apuesta por poner en valor las zonas rurales, y la oferta cultural se ha multiplicado con espacios museísticos que contribuyen a difundir nuestra historia, costumbres y tradiciones.



Asturias ha conseguido un hueco destacado en el mapa turístico internacional dentro de la llamada 'España Verde' gracias al tesón de sus ciudadanos, posiblemente los mejores embajadores de su tierra, esos a quienes en una reciente campaña promocional se les animaba a convertirse en "guardianes del paraíso".


Cada otoño por estas mismas fechas, el Principado da la bienvenida a los galardonados con los Premios Princesa de Asturias. En esta edición veremos desfilar entre muestras de admiración y agradecimiento a William Kentridge, Premio Princesa de Asturias de las Artes, a Les Luthiers, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, a Karen Armstrong, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, a Adam Zagajewski, Premio Princesa de Asturias de las Letras, y Rainer Weiss, Kip S. Thorne, Barry C. Barish y la colaboración científica Ligo, Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, a representantes de la Unión Europea, Premio Princesa de Asturias de la Concordia, a la Hispanic Society of America, Premio Princesa de Cooperación Internacional y a los All Blacks, Premio Princesa de Asturias de los Deportes.


La tradicional ceremonia de entrega volverá a tener al Teatro Campoamor de Oviedo como escenario privilegiado de una jornada en la que los flashes de las cámaras de fotos iluminarán esa ventana del paraíso natural, presidida por Sus Majestades los Reyes de España, para trasladar a todo el planeta las bondades de unas personas y entidades que con su esfuerzo, constancia y dedicación han contribuido a construir un mundo mejor. Quizás sea el único día del año donde el paraíso natural se viste de letras, esas que conforman el contenido de unos discursos cargados de sentimiento, con perlas reivindicativas y anhelos de prosperidad. Una jornada en la que la banda sonora la entonan los sones de la Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo y en la que la capital viste sus mejores galas para homenajear a unos galardonados que por méritos propios ya han pasado a formar parte de nuestra historia y a integrarse en esa silueta inconfundible que es la ventana al paraíso. Bienvenidos a vuestra casa.














Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta


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Las tradiciones en el deporte, un legado a preservar. Sobre la "haka" de los All Blacks

Columna " La tijera", periódico La Nueva España 13.10.2017


Los seres humanos creamos cultura. Nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar, la lengua que hablamos, nuestras creencias, la comida y el arte, son algunas expresiones de nuestra cultura. Este conjunto de saberes y experiencias se transmite de generación en generación por diferentes medios. Los niños aprenden de los adultos y los adultos de los ancianos. Aprendemos lo que oímos y leemos, lo que vemos y experimentamos. Así se heredan las tradiciones.


El mundo del deporte no es ajeno a esta transmisión de costumbres. A pesar de que la dirección innata de la humanidad es la evolución, hay tradiciones que se mantienen inamovibles con el paso de los años. Su fuerza no radica en la frecuencia con que la gente las practique sino en que compartan las ideas o creencias que las originaron o se respeten como propias.


Seguro que cualquier aficionado al fútbol sabe que quien mete tres goles en un mismo partido se lleva como recuerdo el balón o que al equipo que se proclama campeón se le recibe en el siguiente partido con un pasillo que conforman los jugadores de la plantilla rival. Son sólo dos ejemplos. En todos los deportes hay costumbres enraizadas. En Wimbledon, el torneo de tenis más antiguo del mundo, todos los jugadores visten de blanco; en las competiciones de automovilismo, desde 1966, el piloto más rápido celebra el triunfo con una lluvia de champagne emulando al suizo Jo Siffert quien recibió una botella de vino blanco espumante tras participar en las 24 Horas de Le Mans y fruto de la presión derramó todo el contenido; en baloncesto el que se lleva el trofeo tiene derecho a cortar la red de la canasta como recuerdo?

Pero si hay una disciplina donde las costumbres y tradiciones son sagradas es en el rugby donde se produce una curiosa paradoja. Siendo uno de los deportes más dinámicos y evolutivos en cuanto a reglamentación se refiere, es también uno de los más conservadores en cuando a sus valores y tradiciones "no regladas".


Dentro de estas llama poderosamente la atención la "haka" de los All Blacks, como se conoce a la selección de rugby de Nueva Zelanda, galardonada con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2017. Tres veces campeona del mundo, las últimas dos en 2011 y 2015, la selección neozelandesa presume de un "altísimo porcentaje de victorias, que la sitúa entre los equipos más exitosos de cualquier deporte", justificó el presidente del jurado, el ex atleta español Abel Antón. Sólo cinco equipos han derrotado a Nueva Zelanda en partidos oficiales desde su debut en 1903: Australia, Inglaterra, Francia, Sudáfrica y Gales. "Esta selección, además, está considerada un ejemplo de interacción racial y cultural, ha contribuido a la unidad de neozelandeses de diferente origen, simbolizado en la 'haka'", añadió Abel Antón tras desvelar el nombre del ganador de este año.


La "haka" es una danza maorí que realizan los All Blacks antes de sus encuentros. Forman frente a su rival y al unísono completan esta danza guerrera acompañada de un canto en lengua maorí que algunas tribus solían llevar a cabo antes de entrar en combate como desafío al enemigo al que estaban a punto de enfrentar o como danza de bienvenida y celebración. La "haka" fue representada por los All Blacks por primera vez en el año 1905 en una gira que les llevó por todo el mundo. Según la página web de la asociación de rugby neozelandesa, la "haka" oficial es la llamada 'Ka Mate' aunque desde agosto de 2005 escenifican una nueva versión llamada 'Kapa O Pango'.

Más de un siglo después la "haka" es la seña de identidad de este equipo de leyenda que en unas semanas tendremos la inmensa fortuna de ver en Asturias.










Ramiro Fernández Alonso
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