Van pasando las horas, los días y las semanas de manera inexorable. Para una inmensa mayoría son momentos terribles, de angustia, incertidumbre y, por qué no decirlo, miedo. Todo transcurre lentamente, como lo hace el crecimiento del pelo, a unos 0,4 milímetros de media al día, es decir, algo más de un centímetro al mes. Atrás queda ya aquel sábado 14 de marzo cuando el Gobierno decretó el estado de alarma, el confinamiento de la población y el cierre de, entre otros muchos negocios, peluquerías, salones de psicoestética e imagen personal.
Llevo días
recibiendo innumerables llamadas de clientes y amigos preguntándome por algunos
consejos básicos para mantener ese cabello que poco a poco ha ido cogiendo
volumen, para saber cómo disimular esos contrastes que el color –el tinte- ha
ido destapando, para conocer técnicas sencillas para mantener la barba e
incluso alarmados porque sus hijos adolescentes han agarrado la maquinilla y
han acabado con la cabeza como el Dalai Lama.
Dadas las tremendas
circunstancias que nos está tocando vivir no cabe duda de que la salud es lo
primero pero agradezco esas llamadas telefónicas porque vienen a reforzar mi teoría
de que el hombre se aburre de verse siempre igual y busca, a través del cabello
y la barba, singularizarse. En estos días de encierro en casa algunos
aprovechan para probar esa nueva imagen que nunca se han atrevido a mostrar en
público. Eso está bien. Dejar crecer la barba, apostar por el bigote, alargar o
recortar las patillas e incluso moldear el cabello buscando peinados alejados
del habitual. Y punto. Hemos visto, por ejemplo, la nueva imagen de mis amigos Íker
Casillas o a Marc Bartra. Ambos compartieron en las redes sociales fotografías
con sus cabezas recién rapadas. También personajes de la televisión, como Jorge
Javier Vázquez, o el reputado cocinero Dabiz Muñoz, que ha dejado atrás su
famosa cresta. No han sido los únicos ni serán los últimos.
A quienes
estéis pensando en imitarles os diría que lo meditéis bien antes de dar el
paso. Esperad. Seguro que muy pronto volveremos a abrir los salones de
peluquería, psicoestética e imagen personal e igual, entonces, os arrepentís de
haber acabado en cinco minutos con esas fantásticas cabelleras.
Los que me
hagáis caso y aparquéis la tentación de agarrar maquinillas y tijeras recordad
que lo ideal es lavarse la cabeza cada dos días empleando un champú neutro
independientemente del tipo de pelo que se tenga. Es importante que lo sequemos
bien con una toalla y peinarse como lo hemos hecho habitualmente. Ya se sabe,
el mejor peine son los dedos de las manos.
Si el
volumen empieza a ser ‘ingobernable’ y uno se ve raro y no se siente a gusto
frente al espejo recomiendo, con las manos húmedas, aplicar un poco de cera o
gomina y extenderla bien. Si no tenéis en casa estos artículos de cosmética
masculina es preferible que antes de recurrir a uno malo optéis por coger un
buen jabón, generar algo de espuma y aplicarla sutilmente por el cabello.
A quienes
hacéis el color –tinte- os digo a todos lo mismo. ¡No desesperéis! Si queréis
disimular la situación procurad tener el cabello ligeramente húmedo y
comprobaréis que ese contraste no destaca tanto.
Si hablamos
de la barba es el mejor momento para darle un descanso a la piel de la cara, es
decir, aparcar la agresividad que supone el afeitado diario. Después de ese
lavado de cabello en días alternos puede ser también buen momento para aplicar
una única pasada con la cuchilla. Recordad el dicho: “una barba bien bañada es medio afeitada”. Humedeced el rostro con
agua templada, masajead la cara y aplicad el jabón habitual que empleéis cada
uno. Al finalizar, usad un aftershave
hidratante, a poder ser sin alcohol.
Quienes no os
atrevíais a probar a dejaros barba, tan de moda últimamente, podéis aprovechar
para comprobar si os favorece y potencia vuestra imagen personal o, en cambio,
la minimiza. Si ya habíais apostado por la barba antes de que se decretara el
confinamiento seguid aplicando esos aceites que os aconsejamos los
profesionales y lavadla a diario con agua y jabón y esmeraos en secarla
concienzudamente.
Por último,
además de asomaros a ventanas y balcones a las ocho de la tarde para dedicar
esos merecidísimos aplausos a todo el personal sanitario, buscad esos rincones de
casa donde afloren rayos de sol y, con la piel del rostro bien hidratada, exponeos
directamente durante cinco o diez minutos para que el cuerpo los absorba y
produzca esa vitamina D tan saludable y necesaria.
No quiero
terminar estas líneas sin mandarle un fuerte abrazo y todo el ánimo del mundo a
las familias que han perdido a algún ser querido. También lanzar un mensaje de aliento
a quienes están luchando por recuperarse. Agradecer a todas las personas que de
una u otra manera están aportando su trabajo, esfuerzo y generosidad para cuidar
y atender a los convalecientes, a los que velan por el cumplimiento de las
normas establecidas y a quienes facilitan que tengamos lo básico en nuestros
hogares. En nombre de todo mi equipo y en el mío propio, muchísimas gracias. A
todos os llevamos en nuestros pensamientos y confiamos en poder volver a
reencontrarnos pronto con vosotros. Querer es casi lograr; sin querer, nada se
logra.
Ramiro Fernández Alonso
Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta
PELUQUERÍA PSICOESTÉTICA RAMIRO
Arquitecto Reguera, 11
33004 Oviedo
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