Si algo me sorprende de la
psicoestética y de las ideas de su fundador, Carles Muñoz Espinalt es su
perenne frescura. Ya hayan pasado 20 años por ellas, como 25, o 15, sus
conferencias y charlas sobre la imagen siguen pudiéndose aplicar al día de hoy.
Cuando el profesor Espinalt
hablaba, internet no estaba extendido como lo está actualmente. Eso de los
ordenadores… eso de las redes sociales… el facebook, los blogs, el intercambio
de información… Nada de eso. Los interesados en su materia nos íbamos a
Cataluña a escucharle y, con suerte, nos volvíamos con apuntes, gráficos y
lecciones de imagen bien aprendidas. Los tiempos, como dicen, adelantan que es
una barbaridad.
Decía el profesor Espinalt que el
progreso había hecho a la persona más autónoma, ególatra, incluso, solitaria.
Si viese cómo hoy millones de personas consumen horas de su vida ante las
pantallas de sus ordenadores, diría, que más que solitarios, nos hemos
convertidos en esclavos de nuestra imagen virtual.
He de reconocer que, por mi edad, me manejo poco con internet, pero atento siempre a las conversaciones y a los jóvenes, sé escuchar y de estas entresacar algunas ideas que, con mayor o menos fortuna, traigo a estas líneas.
Muchos de mis jóvenes clientes me hablan de su perfil del facebook, de su fotolog o de su blog. Interesado les pregunto qué es eso. Nunca rechacemos la oportunidad de seguir aprendiendo. “Redes sociales, contactos, fotos, comentarios, conocimiento…”. Por lo que me comentan gran parte del tiempo que dedican a su vida social en la red la hacen a volcar en ella lo que hacen en su vida cotidiana. Concluyo, ¡qué afán de notoriedad! Ya no somos celosos de nuestra intimidad, no guardamos nuestras actividades, aficiones, sino que ahora se comparten sin importar quién pueda saberlo.
Alguno de ellos me comenta que cuando visualiza los perfiles y sitios de sus conocidos tiene la impresión de que éstos no hacen más que mostrar lo maravillosa y estupenda que es su vida. Se afanan por mostrar sus viajes, sus progresos en el trabajo, sus parejas, sus comidas, sus adquisiciones tecnológicas… “Ramiro, pura imagen”.
Ramiro F. Alonso
Psicoesteta
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