Sporting
y Oviedo volverán a enfrentarse el próximo 10 de septiembre. Han pasado más de
14 años desde el último derbi asturiano cuando la imagen de los futbolistas era
bien diferente a la de ahora.
El 22 de junio de 2003 mientras el Real
Madrid presidido por Florentino Pérez festejaba un nuevo título de Liga, el
Real Oviedo certificaba su descenso a Segunda B. Fue precisamente aquel año,
concretamente el 18 de mayo en el Carlos Tartiere, la última vez que se disputó
un derbi asturiano. Entonces ganaron los azules por dos goles a uno. Ahora,
casi tres lustros después, Sporting y Oviedo volverán a verse las caras. Será
el próximo 10 de septiembre en El Molinón.
Mucho han cambiado las modas, costumbres
y estilos desde aquel año. Coincidiendo con el cambio de siglo el fútbol se
convirtió en la gran industria del ocio mundial. En la temporada 2002-2003 el
Oviedo de Manuel Lafuente manejaba un presupuesto de 7,8 millones de euros
mientras que el de sus vecinos de Gijón, con Juan Pérez Arango al frente,
ascendía a 9. Eran otros tiempos aunque el fútbol ya empezaba a navegar en un
océano de billetes. Sobre el terreno de juego se midieron Amieva y Geni, entre
otros por el conjunto azul, contra Samuel y un ya prometedor y jovencísimo
David Villa, la última gran perla de Mareo que ya destacaba en el once
rojiblanco. En aquellas plantillas los futbolistas apenas lucían tatuajes ni
piercings. Fue paulatinamente a partir de esa época cuando los jóvenes
deportistas pasaron a convertirse también en atletas, modelos e imagen de
marcas multinacionales.
Cortes de pelo y peinados, barbas y
afeitados, tatuajes y vestimenta evidencian cuánto ha evolucionado la imagen
personal, esa que tanto mimaba el inglés David Beckham, el fichaje mediático
del Real Madrid aquel verano y el primero en demostrar que el futbolista de
élite no sólo vive de meter goles o participar en mundiales sino también de
explotar su imagen fuera de un estadio. A esa transformación sin freno han
contribuido, en gran media, el progreso tecnológico y la globalización mundial.
Un estudio señala que en 2003 apenas el 27,4% de los españoles usaba Internet.
Ahora gracias a Facebook, Twitter, Instagram o WhatsApp, las fotografías de las
estrellas del fútbol ‘viajan’ de un lugar a otro del mundo en cuestión de
segundos y ponen al alcance de todos ese espejo en el que mirarse y al cual
tratar de imitar, especialmente la juventud.
Constantes cambios de cortes de cabello,
peinados, trajes más o menos llamativos, ropa de sport, nuevos tatuajes,
barbas, transparencias, color… Hoy el comportamiento estilístico de los
futbolistas da lugar a artículos en periódicos o vídeos en programas de
televisión. Basta fijarse en lo que se habla del pelo de Neymar, lo que se
comenta del vestido de Dani Alves o lo que se fijan en los tatuajes de Sergio
Ramos. Los futbolistas de ahora generan tendencias y su repercusión mediática
va más allá del mero aspecto deportivo.
En 2003 eso aún no se vivía. El análisis
de peinados y vestimenta quedaba alejado del mundo del fútbol. Se reservaba a
otro tipo de escenarios, como el anuncio del compromiso del heredero de la
Corona, el Príncipe Felipe, con la periodista ovetense Letizia Ortiz. Fueron
aquellos años el comienzo de todo. Amieva, que tenía 27 años cuando disputó el
recordado último derbi, lució casi siempre la misma imagen de media melena,
peinándola con sus dedos. En el lado opuesto, el ‘guaje’ Villa que con 22 años
iniciaba una meteórica y exitosa carrera deportiva acompañada de innumerables
cambios en su estilo personal. Pelo engominado, más largo, más corto, perilla,
barba, sombra o lunar indio, pendientes… Quizá estos dos
ejemplos sirvan para marcar esa evolución radical que han experimentado los
futbolistas en estos últimos 14 años, el tiempo que ha pasado desde aquel
derbi.