martes, 17 de noviembre de 2015

"GUAJILOVIC" espejo de un crack



Nació en el verano de 1996 en Dubrovnik (Croacia), un país que acababa de salir de una guerra sangrienta. Se crió en una familia vinculada al fútbol -su padre Sedaj llegó a jugar en el Valladolid-, en una casa situada a penas unos metros del estadio del Dinamo de Zagreb. El Barcelona pagó 2,2 millones de euros por él en 2014. Así aterrizó en España Alen Halilovic en busca de minutos para lucir su prodigiosa zurda, su eléctrico regate y su imagen de vocalista de grupo pop para adolescentes, como recientemente definió a su flequillo a un periodista asturiano.


El pasado verano, con 19 años, llegó a Gijón con la etiqueta de gran promesa. Un regalo. La amistad entre Luis enrique, entrenador del Barcelona, y Abelardo, el míster de los "guajes", tuvo suficiente peso para convencer al entorno del menudo Alen (mide 1,70 y pesa 65 kilos), que posiblemente no supiera lo que significa el Sporting, quien era el "Pitu" y que ese club disputa sus partidos en El Molinón, el estadio más antiguo de España. De la Mareona, ni hablamos.
Si a los políticos se les conceden cien días para analizar su gestión, a Halilovic le han bastado nueve partidos para meterse en el bolsillo a los aficionados al fútbol, en general, y al sportinguismo, en particular. En Gijón ha encontrado el ecosistema ideal para hacer brillar todo su talento. Lleva dos goles, es ídolo local y todo apunta a que es únicamente el inicio de un largo camino. Era una promesa, es una realidad y será un grandísimo triunfador. "Es un chico especial", escuché a Abelardo refiriéndose a él. Si en el campo se ha adueñado del protagonismo, su imagen también destella. Esa melena rubia y larga contrasta con la línea del resto de sus compañeros, todos con el cabello muy corto, porque olvidan que cuando nace un ser humano pasa un caso insólito en la vida: no somos repetidos; cada cabeza requiere un corte y un peinado. Su pelo recuerda al del joven Johan Cruyff cunado llegó a la Ciudad Condal o al de Leo Messi cuando debutó en el Nou Camp. Tienen cosas en común.


"Guajilovic", como así le han bautizado la Mareona, está muy bien asesorado. No sólo en lo que respecta a su imagen, sino en todo lo que hace y dice. Ese continuo rascarse, especialmente la cabeza, denota que quiere encontrar esa idea perfecta para triunfar en cada partido. Dicen de Halilovic que le gusta pasear por Gijón acompañado por su novia. Nada de excentricidades. Lo suyo es el fútbol, la sencillez, la humildad y la cercanía.


Unos días antes de jugar su mejor partido en El Molinón (marcó el gol que supuso la victoria frente al Málaga y mandó dos remates al palo), un vídeo en el que se le veía escanciar una botella de sidrá se convirtió en viral. "Guajilovic" es el nuevo ídolo.
La celebración del gol el pasado domingo hizo revivir la figura de David Villa en la ería del Piles. Gol, carrera, brazo derecho en alto y mano izquierda abajo simulando un escanciado. Un culín imaginario de un futbolista mágico. En Gijón saben que tienen un diamante. Era un restallón, ya es una bala y será un gran cañonero.






Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta





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