miércoles, 29 de febrero de 2012

RELEVANCIA DE LAS JOYAS



  Aunque en estos momentos no estamos para “muchas joyas”, con motivo de la reciente presentación de las nuevas tendencias artísticas sobre las mismas llegué a la conclusión de que las joyas potencian y dan realce a nuestra imagen personal hasta el punto de que las investigaciones de la Psicoestética definen según qué parte del cuerpo ornamentamos, dan más intensidad a una determinada sensación.
  

  Esta vez haré hincapié basándome en los diagnósticos de la Psicoestética en otros aspectos de las joyas que crean elegancia y sugestión personal. Existe lo que llamamos el signo–valor. Es decir, de todo signo que pueda servir de adorno al hombre para que le proporcione la prestancia debida, es necesario conocer las motivaciones que lo generan. De lo contrario, usarlo, lejos de fortalecer la sugestión personal caricaturizará el modo de comportarse.
  
  Según la Psicoestètica, los signos–valor pueden ser de tres tipos:
    -Simbología de calendario: cuando su significado se encuentra vinculado a una efemérides de una determinada fecha del año o aniversario particular.
    -Simbología de representación: se da cuando los signos señalan grados jerárquicos y honores de rango.
    -Simbología de emblema: es la que indica creencias políticas, sentimientos religiosos, tendencias sociales etc. Esto para potenciar una imagen personal o de grupo, tiene que sintetizar correctamente un proceder y no caer en el absurdo o en falsas abstracciones.
  

  Determinado el signo–valor, queda probado que potenciar la figura y la representatividad del ser humano no es una tarea caprichosa. Es por eso que en Psicoestética damos mucha importancia a las palabras que usamos aplicadas a la forma del indumento. Así, si decimos que una joya, sea por ejemplo un collar o un broche, “complementa” un vestido, con esta palabra mostramos falta de intencionalidad y minimiza el ánimo. En cambio, si decimos toque “relevante”, tiene intencionalidad porque enfatizamos el “relieve” que da la joya y entonces potenciamos el ánimo.
  
  Por ello, todo detalle del vestido o del adorno que use el ser humano cumple siempre alguna de estas funciones o varias de ellas a la vez: intimidar, deslumbrar, agradar, proteger, disimular, subordinar, vincular.
  
  Si los adjetivos mejoran los sustantivos, si “emprendedor” ennoblece al empresario, ¿qué lugar ocupa el adorno y qué representa en quien lo luce? Es innegable que cada pieza tiene su posición y su función. Según la parte que engalanemos predomina una u otra sensación. En la cabeza, majestuosidad. En el pecho, gloria. En las manos y brazos, seguridad y fuerza. En las orejas, expresividad. En el cuello, concreción. Pero el adorno también es erotismo, seducción; especialmente aquel que se luce con atrevimiento de cintura para abajo.




Ahora bien, las joyas tienen un gran papel en el mundo de la moda y la necesidad de actualización del ser humano y su singularización. Sobre este punto el creador de la Psicoestètica Cales Muñoz Espinalt decía: “Desde la noche de los tiempos cada hombre ha querido presentarse como un caso aparte de la regla general; sin discrepar plenamente de los demás, procura que se le considere una excepción y, tal excepción, por poco que de en el clavo, es lo que se deduce y le concede, la magia de la singularidad”

  Siguiendo este pensamiento: ¡Qué amplio camino percibimos para el mundo de la joya!. Con su brillante y artístico toque puede hacer visible la magia de nuestra singularidad.




Ramiro Fernández Alonso
psicoesteta



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