Para
la gran mayoría el fin de año suele ser un momento de reflexión, un tiempo para
echar la vista atrás y evaluar lo acontecido en los últimos doce meses y
prepararnos y planificar nuevos retos, metas y horizontes para el próximo
ejercicio. No ha sido este 2013 un buen año para casi nadie. Plagado de
desencantos, desencuentros, con el paro atenazando a muchísimas familias y con
la sensación generalizada de que aún queda mucho camino antes de que podamos
ver la luz al final de este larguísimo túnel. En medio de este escenario
tenemos ahora una buena excusa para pasar página, arrancar esa última hoja del
calendario y empezar 2014 con ilusión y esperanza. Motivos nunca faltan para
agarrarse al optimismo, un espíritu que si nos invade nos empujará a encontrar
la senda que buscamos. Al optimismo hay que añadir otros ingredientes que están
al alcance de todos nosotros. A ese estado de ánimo fundamental hay que sumar
la imagen. Cuidarnos por dentro es tan importante como cuidarnos por fuera.
Sentirnos bien estéticamente es clave para hallar la energía que nos conduzca y
refuerce esa postura de positividad. De cómo nos sentimos depende el cómo
interpretamos lo que vivimos.
Estamos
aferrados a creencias que hemos aprendido de niños, pensamientos y paradigmas
que hemos adoptado como verdades absolutas y que apenas nos hemos cuestionado
para comprobar su veracidad. Si en esas creencias y pensamientos encontráis
ataduras es momento de romperlas, deshacerse de ellas y empezar a afrontar el
presente de una manera amable, confiada y optimista. El famoso dramaturgo
inglés William Shakespeare escribió: "no existe nada bueno ni malo, es el
pensamiento humano el que lo hace aparecer así".
Si
nos miramos al espejo y nos gustamos empezaremos la jornada con buen espíritu y
más animados. Vivimos en la era de la imagocracia, el poder de la imagen que se
apodera de casi todo. Observamos y nos observan, juzgamos y nos juzgan, de ahí
que la imagen personal siga siendo una de nuestras mejores armas para
desenvolvernos con éxito en sociedad, para alcanzar esas metas que nos
propongamos para el año nuevo que se nos avecina.
Convertir
nuestro aspecto personal en una herramienta para seducir, convencer y progresar
es un buen principio para cambiar la balanza y empezar a ver el vaso medio
lleno o la cuesta hacia abajo. ¿Cómo lograrlo? No se necesitan grandes fórmulas
ni cambios radicales. Basta con empezar a cuidar los pequeños detalles, por
potenciar nuestra expresividad, por adecuar la vestimenta y mimar el peinado
adaptándonos siempre a las tendencias sociales y la moda del momento. Querer es
casi lograr; sin querer nada se logra. Tengamos esperanza, apostemos por el
futuro, seamos entusiastas. Persistamos
porque con ese espíritu lograremos las mejoras que tanto ansiamos.
Demostrémonos a nosotros mismos que hemos dado un cambio para luego dar ese
giro enérgico que nos lleve a donde soñamos hace tiempo. Feliz 2014.
Ramiro
Fernández Alonso
Psicoesteta
Autor
del libro 'Cómo triunfar en la era de la
imagen. Claves psicoestéticas para el siglo XXI'
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