Lo conocí tres años después de la cita mundialista en una concentración del combinado nacional en Bratislava, Eslovaquia. Allí fue la primera vez que coincidimos y la primera vez que tuve la oportunidad de atenderle. Recuerdo perfectamente aquel corte de pelo en el que pude comprobar con mis propias manos que el actual técnico del Real Madrid tiene un cabello tan fino que para mantener su peinado le obliga a emplear acondicionadores que, con buen criterio, se aplica a diario, imagino que empujado por su peluquero de confianza en la capital y por los consejos que en su momento también le trasladé. Desde aquella convocatoria han pasado casi 25 años, tiempo suficiente para que Julen colgara las botas e iniciara una exitosa carrera como entrenador cuyo último capítulo hasta la fecha se escribió el pasado 14 de junio cuando fue presentado como técnico del Real Madrid. Ese día empezaron a examinarle con lupa más allá de sus alineaciones, tácticas y resultados. Me refiero a su imagen personal.
He llegado a leer titulares como que “el fichaje más urgente del Madrid es un peluquero para Julen Lopetegui”, un artículo, por cierto, escaso de fundamentos psicoestéticos. A nadie se le escapa que el corte de cabello y el peinado del entrenador del Real Madrid es de lo más clásico. Raya natural al medio con flequillo que denota que el técnico del club blanco se lava el pelo a diario y que sigue lo imprescindible los dictados de una moda cambiante y dinámica como nunca.
Sin embargo, hay que destacar que Julen Lopetegui mantiene atención a la norma básica de la elegancia, es decir, la concordancia entre corte de cabello, vestido, figura y personalidad. Hijo de José Antonio Lopetegui “Agerre II”, famoso levantador de piedras en el País Vasco quien regentaba un asador en la planta baja del domicilio familiar donde Julen creció junto a sus dos hermanos, el entrenador del Real Madrid tendrá que acostumbrarse a que le sigan escrutando desde el peinado hasta los zapatos. Conociéndole y con esos antepasados, fuerza no le faltará para sobrellevarlo con clase, respeto y educación, la misma que le caracteriza cuando se mira al espejo.

Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta
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