miércoles, 16 de octubre de 2013

Psicoestética de la imagen personal aplicada al cabello



La psicoestética hace crecer a las personas. Pretende encontrar en cada uno su equilibrio vivencial entre el fondo y la forma para potenciarles el carácter y facilitar así las relaciones con amigos o clientes. En mi caso, debo hablar de la psicoestética aplicada a la peluquería. Cada año constató una mayor necesidad de la psicoestética para saber interpretar nuestra propia figura.

Estamos sobrecargados de información. Internet ha disparado ese caudal y de ahí que subraye la importancia de saber cómo potenciar la figura sin limitar a la persona, cómo construir una imagen y darle relieve a la singularidad de cada uno sin entrar en un túnel sin salida ni perder el control del cuerpo y la mente. Alerto de esas 'princesas de porcelana' o 'modelos de fantasía' que vemos en anuncios, carteles y folletos y que van en contra de la salud. Determinadas marcas elogian los cuerpos cadavéricos, juegan con la autoestima de las personas y crean filosofías negativas de la vida sin constatar los daños colaterales que dejan en el camino.

Juegan con el miedo al futuro de unas personas, las adolescentes, en general, que pueden manipular por sus complejos de no saberse ver porque todavía no han modulado su carácter ni se han probado a sí mismas ni se han definido una imagen. Quizá la crisis económica actual acentúe aún más estos riesgos de los que hablo porque ese miedo es mayor debido al futuro incierto que tenemos delante.

No debemos caer en esa sociedad de fantasía que algunos pretenden mostrarnos. Para combatirlo es fundamental reforzar nuestra voluntad de comunicación, el dominio de los instintos y los hábitos, la madurez vivencial y la habilidad profesional. ¿Cómo? Aquí es donde juega un papel fundamental la psicoestética y el profesional que la aplica. Mientras uno no se haga una interpretación de sí mismo y de su imagen, de cómo se ve y cómo lo ven, no se sabrá entender y contestar a la pregunta ¿quién soy? Hay que descubrir nuestros afanes y compensar los temores.

No es fácil saberse interpretar sin tener un estudio de imagen. Si aplicamos la ciencia de la psicoestética podremos solucionar muchos problemas. Hay que encontrar las vivencias con una imagen potenciada y caracterológica para proyectar esa personalidad en el trabajo y en las relaciones. Debemos usar el espejo sin miedo, con cuidado de verlo no como un juez sino como un amigo que te dice la verdad y te ayuda a reafirmar el propio yo. Si lo logramos, podemos trabajar el gusto personal, el estilo y las líneas en el vestido, el peinado y el gesto que dota de seguridad.

Cuando se realiza un peinado que potencia, el cabello gana irradiación y la persona encuentra la tranquilidad. Al enmarcar el rostro, el cabello aporta relieve a la expresividad facial. A lo largo de mi más de medio siglo de experiencia profesional puedo asegurar que cuando una persona se sabe ver y se gusta frente al espejo se le ilumina la cara. Por eso digo que debemos ver el espejo como un amigo, practicar ejercicios de expresividad frente a él y hacerlos de manera continuada. Esto nos ayudará a aumentar la capacidad de expresión, a desarrollar el carácter personal y la belleza del rostro. Aquel gesto que le reafirma al observarse en el espejo aumenta la seguridad personal. 

En el caso de que salgan las ambivalencias, es importante poner énfasis en encontrar detalles que identifiquen al cliente con sus modelos, personas y líderes de éxito que le promoverán el objetivo personal. Así compensará las dudas y fantasmas propios de las limitaciones de cada uno. El profesor Carlos Muñoz Espinalt defendía: "quien cuida su cara y su imagen demuestra creer en sí mismo".



Nosotros, como profesionales de la peluquería, debemos estar atentos a los cambios en las modas, a la acción de sus modelos como personas singulares que influyen en nuestros clientes. El psicoesteta debe saber adaptar con pequeños cambios esa imagen, debe renovar a la persona para que sea más actual y no se aísle. Ese es el camino para reforzar la seguridad personal del cliente, es decir, respetando aquellos detalles de identificación que le han potenciado en su vida y le han dado plenitud de imagen.
En definitiva, la psicoestética nos enseña a formarnos un carácter, a pulir y desarrollar una personalidad a través de la capacidad de expresión; a valorar el entorno y sentirnos parte de él con las raíces integradas. Nos hace estar más seguros con el lugar, nos ayuda a relacionarnos, a sintonizar, expandir y presentar la figura con el equilibrio perfecto entre el propio yo y el ambiente.

Ramiro Fernández Alonso

Psicoesteta



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